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15 de diciembre de 2010

Revista Valbón: Enseñanza y Educación III: Los Alumnos

Enseñanza y Educación III: Los Alumnos (Javier López Iniesta en revista "Valbón" de Diciembre 2010)

Decía Ortega y Gasset que cada 15 años se da un cambio generacional y cada 30 años un vuelco generacional. Hablar de alumnos es hablar de generaciones.
Hoy los centros de secundaria juntan a alumnos de 12 (en ocasiones 11 años) con alumnos de 17 (en el mejor de los casos, ya que los hay de 18, 19 y en los ciclos superiores de formación profesional hasta de 22 y 23 años), y no es que entre ellos haya pasado alguna generación, pero suelen tener intereses muy diferenciados. Es como si los pequeños quisiesen imitar a los mayores en todo, cosa habitual, pero dentro de un sistema que es un engranaje al que no le pueden fallar ninguno de sus resortes.
Si eso no fuera un problema, que lo es, habría que fijarse en la interrupción que suponía en la Ley del 70 el pasar de la enseñanza Básica al Bachiller. Los alumnos se sentían de otra manera, entre sus coetáneos, con casi los mismos intereses, con apenas cuatro años de diferencia entre ellos. Hoy no hay esa ruptura “generacional” o de intereses, sino que pasan de 2º de secundaria a 3º, también de secundaria obligatoria, sin romper más que la edad que dejan atrás.
No es que sea este el problema principal, pero influye en que el sistema se resienta, ya de por sí muy permisivo hacia quien no quiere estudiar, o hacia quien suspende varias asignaturas.
Quizás el problema principal radique en que es la generación, la actual, que más información recibe de entre todas de todos los tiempos de la humanidad. Información que no saben desgranar, porque eso no les enseña el sistema. A cambio le da más información de cada una de las asignaturas.
Así, los alumnos no aprenden lo que les interesa, han perdido curiosidad científica (ganas de saber cosas) y la han cambiado por unos huecos intereses que se desprenden de la sociedad actual. Ya saben que van a ser víctimas del sistema, que le comerán las hipotecas, los horarios de trabajo, las letras del coche, porque es lo que ven en sus padres, en su entorno familiar y en sus amigos, en la televisión...., es lo que dicta la información diaria que reciben.
Y como ya intuyen lo que les espera, no ponen el mínimo interés en ser los mejores, ¿para qué? Si encuentran a diario analfabetos ricos, ostentaciones, coches de lujo hasta donde no se puede llegar.
Es terrible encontrase con alumnos que a sus 15 años sólo esperan cumplir los 16 para que el sistema les permita dejar de asistir a las aulas. Y sus padres, generacionalmente diferentes, le consienten hasta no comprar los libros porque es un gasto innecesario, “total...no van a sacar nada...” Se han convertido en “objetores” de la enseñanza, y el sistema intenta inventar cada día cosas nuevas con el fin de que en las estadísticas no aparezcan estos fracasos educacionales.
La etapa de los 12 a los 18 años es una etapa de observación de todo lo que rodea, de aprendizaje de destrezas, de aprender a aprender, no de introducir a la fuerza enormes contenidos, cuyo resultado final es cero. Cero en lectura –no saben leer-, cero en matemáticas –no saben operar-, cero en expresión –no saben expresarse más que con un reducidísimo vocabulario, cero en conducta –no saben comportarse-, cero en valores –no tiene valores propios de su edad-, cero en conocimientos eficaces–solo aprenden cosas para sacar una nota en el mejor de los casos.
El “sistema”, y no precisamente el educativo, los ha absorbido, los ha fagotizado, y la permisividad del paso entre ciclos y de cursos han derivado en la falta de esfuerzo personal.
El alumno de hoy no tiene disciplina personal. No, no esa de los militares, sino la que le hace tener unas conductas adecuadas a su edad, en cuanto a las horas de dormir, comer, estudiar, salir con los amigos, viajar.... Chantajean a sus padres poniéndoles por delante al “sistema”, “pues a mis amigos les dejan....”, y los padres sumisos al “sistema” les permite dormir, comer, estudiar, salir, apelando incluso a una responsabilidad que no tienen.
Tampoco les ayudan los programas escolares. No sé si es muy importante saber lo que está aquí o allí, lo que está cerca o lejos..... ¿Se adecuan los programas escolares a las necesidades reales de la sociedad en que la viven nuestros alumnos? ¿Incluyen los programas educativos aprendizajes en donde sepan distinguir el cardo de la lana? Lo que sí sé es que se les enseñan muchas cosas que ni les sirven ni les interesan, y eso los alumnos lo perciben, llegando a confundir lo sustancial de lo insustancial, porque no tienen edad para hacerlo.
No vamos a sacar buenas generaciones venideras de pensadores, literatos, científicos... Y aunque saquemos buenos peluqueros, mecánicos, electricistas, carpinteros.... una gran mayoría están preparados para caer en las garras de una sociedad competitiva, explotadora y obsesionada con la ostentación.

Javier López Iniesta.


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